Relacionarse con los niños de forma tranquila y relajada, prestando especial atención y reforzando sus comportamientos adecuados (permanecer sentado, realizar las tareas propuestas...). “Ignorar” las conductas inadecuadas y perturbadoras.
Mostrarse firme y seguro cuando se han de cumplir las reglas y normas escolares, pero evitar las amenazas y reprimendas. Alabar al propio niño por sus logros para que se dé cuenta de que estamos atentos a sus esfuerzos y los reconocemos y valoramos.
Transmitir confianza en los progresos y habilidades del niño. Éste debe percibir que el profesor espera que actúe
correctamente.
Diseñar diariamente actividades muy estructuradas, planteando tareas breves (10-15 minutos) y de dificultad progresiva, adecuadas a su ritmo de aprendizaje y al alcance de sus posibilidades. Cuando el niño hiperactivo
obtiene éxito, aumenta la seguridad y confianza en sí mismo.
Combinar actividades propiamente escolares con otro tipo de ejercicios: aprender a relajarse, a incrementar la concentración, a respirar lentamente, a atender a un sonido lento y regular...
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